La infiltración del narco en instituciones armadas como un peligro latente
El descubrimiento de una célula en el norte de Chile integrada por militares puede ser un antes y un después en el fenómeno delictual.
Siempre estará vigente el interés de las organizaciones criminales por involucrar en el negocio a los organismos armados, en funciones de protección y operativas.
Algunas razones:
Para abrir rutas, es necesario sobornar a quienes tienen el control de la circulación aérea, marítima y terrestre y muy especialmente el control de las fronteras.
Quienes poseen el monopolio de la fuerza, están en condiciones de entregar poder de fuego, mediante la comercialización abierta o encubierta de armas y explosivos.
Es posible obtener información de los focos territoriales de interés del Estado, lo que permite desplazar las actividades ilícitas hacia zonas seguras.
Quienes sirven en las Fuerzas Armadas y de Orden, han sido formados en el uso de armas de fuego y la protección de personas, necesidades permanentes para el crimen.
Es fácil tomar contacto con agencias estatales que se desempeñan en las calles y otras que por necesidad el Estado involucra en la “guerra” contra el crimen organizado que le dicen y que también salen a la calle.
Los propios miembros de las organizaciones armadas, tarde o temprano llegan a la conclusión que se trata de una actividad lucrativa, cuyas ganancias son notablemente superiores a un sueldo mensual pagado por el Estado.
Las estructuras jerárquicas y organizadas ya están formadas, por lo que el desplazamiento hacia las organizaciones criminales es muy fácil, desde que los liderazgos militares y policiales mutan y se mantienen en el mundo civil.
Los descolgados, sirven de puente para reclutar desde las instituciones armadas a otros miembros que estén disponibles para irse al otro bando, a cambio de la ventaja económica y el poder criminal.
Quienes mantienen relaciones al interior de sus instituciones, están en condiciones de obtener informaciones sensible de seguridad, que es funcional al mejor desempeño de las organizaciones ilícitas.
El ingreso voluntario y temporal, como la formación a través del servicio militar, puede ser una alternativa gratuita para combatientes que de vuelta a la vida civil, presten servicios al crimen organizado, en calidad de soldados.
Las posibilidades son múltiples, podría seguir pero no quiero aburrir.
El cartel de los zetas como un caso de estudio
México, el laboratorio de pruebas del crimen organizado, está cruzado por múltiples carteles que se disputan el territorio. Para efectos de lo que comentamos, el cartel de los zetas es nuestro punto de interés.
A fines de la década del 90, un grupo de militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, liderados por el teniente Arturo Guzmán Decena, fueron reclutados por Osiel CárdenasGuillén, líder del cartel del Golfo, para su escolta personal.
Por supuesto los desertores vieron una tremenda oportunidad de negocios y fundaron su propio cartel, el de los zetas, al cual se unieron con el tiempo, militares guatemaltecos, los “kaibiles” fuerzas especiales de élite del Ejército de Guatemala, reconocidos por su entrenamiento extremadamente riguroso y sus habilidades en combate irregular.
Es casi un lugar común, decir que las actividades se ampliaron desde el tráfico de drogas, al tráfico de personas, el lavado de dineros y un extenso portafolio de negocios que incorporó hasta el robo de petróleo a la estatal Pemex. Y por cierto, la muerte de algunos jefes y la ambición de otros, como siempre ocurre en estos casos, divido el grupo en muchas facciones.
Cártel del Noreste (CDN): Esta es considerada la principal heredera de Los Zetas y es una de las facciones más violentas y activas. Operan principalmente en estados como Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila.
Los Zetas Vieja Escuela: Esta facción busca retomar los orígenes de la organización y a menudo ha estado en conflicto con el Cártel del Noreste.
Otras facciones más pequeñas como Los Talibanes (ubicados en Zacatecas), Los Zetas Sangre Nueva, y Los Alemanes.
Historia conocida la de progresivas divisiones, lo que hace más difícil aún la individualización y extinción. Se reproducen como las células. Y los zetas se caracterizaron siempre por ser extraordinariamente sanguinarios, mal que mal habían sido inicialmente formados para la guerra.
México involucró de manera significativa a las fuerzas armadas en la guerra contra el narco el 11 de diciembre de 2006 , cuando el entonces presidente Felipe Calderón envió 6,500 soldados del ejército mexicano al estado de Michoacán para combatir la violencia relacionada con las drogas.
Fue un error.
¿Y nosotros qué?
Nunca nos va a pasar. La gran frase que lo justifica y explica todo.
Sin duda que estamos lejos de procesos como el mexicano, pero todo comienza de alguna forma casi imperceptible, tanto que el Estado no advierte los “signos de alerta”, no reacciona a tiempo, está ocupado de otras cosas o simplemente no entiende el problema. Todos los sectores políticos por igual, caen en la trampa, que incluye las recriminaciones mutuas por razones electorales: otro profundo error.
Tres mil millones de pesos, ciento noventa y seis kilos de pasta base y cocaína. Es el botín que incautaron las policías, hace un par de días a una banda integrada por seis suboficiales del ejército y un civil, que operaban desde Tarapacá hasta la Región Metropolitana.
Los militares pertenecían a la Segunda brigada Acorazada 'Cazadores' de Pozo Almonte, y fueron dados de baja del Ejército.
En la noticia hay cuestiones alentadoras, como que la propia institución habría alertado a los persecutores.
Pero convengamos que no es fácil identificar este tipo de conductas, en instituciones donde sus miembros están preparados exactamente para actuar encubiertos y burlar la vigilancia de quienes identifican como amenazas.
Pero aún estamos a tiempo, espero.
Hay que ser, a pesar de todo, optimistas.