Si vamos a hablar del narco no maten al mensajero
Las organizaciones delictuales se caracterizan por ejercer control territorial
Múltiples factores crean los órdenes sociales, a veces unos dentro de otros. Cuando el narco termina por asentarse territorialmente, hay un largo proceso, muy subterráneo, que comienza con el estudio de las vulnerabilidades, la creación de pequeños asentamientos con cadenas de distribución, hasta el reclutamiento de quienes cumplen distintas funciones para mantener vivo el negocio.
Porque el narco es ante todo un negocio y muy lucrativo, convierte un peso en diez, veinte o treinta, desde el cultivo hasta la venta, o desde el laboratorio hasta el consumo. Es una economía paralela, informal, el mercado negro mejor organizado del mundo, que permea a toda la sociedad, con distintas ofertas, desde la cocaína de alta pureza, hasta el paco, raspado de la olla de la pasta base, pasando hoy por el fentanilo mezclado con anestésicos animales y las drogas de diseño.
Es un gran supermercado, con distintos productos y marcas, para muy diferentes consumidores.
El control territorial
En zonas vulnerables, crea un Estado dentro del Estado, porque lo reemplaza en todas aquellas actividades propias de la autoridad en lo que a tareas políticas y metapolíticas se refiere.
Un sistema propio de justicia, que castiga severamente a quien no cumple con la norma consuetudinaria, que impone obligaciones tales como no traspasar las fronteras de otros grupos, no quedarse con el dinero proveniente de las drogas, no delatar a los miembros de la banda. El castigo autotutelar, es la muerte simbólica y cruel, disiecta membra, ajusticiamientos públicos a la manera del medioevo, la firma del juez de facto, se escribe con la bala, la cuerda o el cuchillo.
Un sistema de bienestar social, en el cual la banda paga los servicios de la familia del desempleado, los remedios de la abuela postrada y por qué no, los estudios de algún hijo que a pesar del ambiente imperante, casi como una rara avis, se destaca del resto. Mal que mal, es bueno tener un abogado que aconseje, una enfermera que cure heridas, incluso un constructor que diseñe la casa cuyos planos no pueden ser conocidos por todos.
Un sistema local de elección de autoridades, donde el jefe de la banda designa a quienes tienen el control de las horas de salida y llegada al barrio, quienes pueden entrar y las personas a las cuales les está vedado el ingreso. En suma cuales personas son del sector tutelado. Dan cuenta de la administración política del territorio, bajo estrictas reglas que les impiden hacerse del poder total, que recae en los jefes, por supuesto.
Y por cierto, como ocurre con todo orden político y social, así como las instituciones se nutren de las realidades comparadas, derecho comparado que le dicen, el globalismo delictual, penetra culturalmente la realidad y trae nuevas formas de hacer prosperar el negocio, creando de paso alianzas internacionales. Nadie presenta cartas credenciales, no hay embajadores, pero se tejen redes, especialmente para que la droga fluya por el mundo.
El extravío del Estado
Es complejo dar recetas para lo que se debe hacer, cuando el narco se ha enquistado en el cuerpo social como un tumor maligno grado 3, convengamos que hasta entonces han pasado muchas cosas, que el Estado simplemente no advirtió.
En las etapas primarias de la penetración social, el Estado no tuvo grupos de inteligencia policial que advirtieran el peligro. Porque cuando todo recién comienza, es posible pararlo, pero hay que estar atentos y tratar el tema como una política de Estado, con la concurrencia de todos los sectores políticos.
Pasa exactamente lo contrario, cuando el tumor está avanzado y comienzan la recriminaciones mutuas, donde la clase política se culpa mutuamente de haber permitido esto o lo otro, de no aplicar tal receta y el asunto se convierte en electoral, con la consabida y simplona solución de comenzar a subir las penas por los delitos, cuestión bastante inútil por cierto.
Apunta en la persecución penal, de preferencia a la clases más vulnerables, en un fenómeno propio de la selectividad social, creyendo que la fórmula mágica es la extracción del cuerpo social del pequeño traficante. Primero cae el jefe de hogar, luego la pareja, los hijos mayores y queda la abuela vendiendo hasta que es capturada en un “gran operativo” que ocupa varios minutos en el noticiero de las nueve y treinta. Vaciando el océano con un vaso.
Las consecuencias
Por supuesto que en los territorios donde el Estado legalmente constituido es ausente, el nuevo orden social, ha permeado todas las actividades humanas. Así por ejemplo, si quieres instalar un negocio, tendrás que pasar por las autoridades de facto, igualmente si pretendes instalar un centro cultural, deportivo o intervenir socialmente respecto de jóvenes que ya tienen sus propios modelos a seguir, muy lejos de la educación formal, por cierto.
Por eso es que cuando el profesor Arturo Barrios, en un seminario señaló que tenía que pactar con el narco, para realizar intervención social en sectores vulnerables, simplemente se refirió a una realidad dolorosa, pero muy actual. Y más allá de las aclaraciones, así es la cosa en muchos lugares de Chile, donde el Estado ha sido reemplazado por las organizaciones delictuales.
Como ocurre también en varios otros lugares de América, por desgracia.
Y hacer una guerra política de este incidente, sólo fortalece al narco.