Si alguien se pierde tal vez lo mejor sea mantenerlo en secreto
En agosto de 2020, había 16000 personas desaparecidas en Chile. La policía tiene una página especial, donde consignan los casos, a la espera de que alguien entregue pistas que lleven al encuentro. Por supuesto el último es Tomás Eduardo Bravo Gutiérrez, que se perdió el 17 de febrero en Arauco.
¿Cuál es la razón por la cual este caso ha sido explotado hasta la saciedad por matinales y redes sociales, manteniéndose indefinidamente como trending topic en Twitter?
Alguien subió el asunto a redes sociales y la dinámica de la publicidad hizo lo suyo. Llegaron personas a ayudar, a mirar, a proponer teorías. Aparecieron los siempre ubicuos matinales y su carga de morbo constante y aquí estamos, sin resultados, todavía.
Es que si alguien se pierde quizá lo mejor sea mantenerlo en secreto, para evitar la espectacularidad que lo malogra todo.
Alguna vez participé en un caso mediático, la pérdida de un joven universitario en extrañas circunstancias. Llegaron mediums y una pléyade de iluminados, entre los cualss se contaba hasta un hombre que se convertía en pájaro, otro que sólo necesitaba un helicóptero y una granada para encontrarlo y así la larga lista de soluciones mágicas, contando la posible abducción por seres de otros mundos, por cierto.
Aprendí algunas cosas:
El rol de la prensa puede ser muy útil para mantener el tema en la retina de la comunidad, pero nefasto cuando se convierte en espectáculo.
Las primeras 48 horas son fundamentales, luego la cuesta se convierte en una de 50 grados de inclinación hacia arriba.
Lo peor es la competencia entre las agencias estatales, por el trofeo de la solución.
Se necesita una mano fuerte y educada en técnicas de investigación que dirija correctamente la búsqueda.
La solución de lo ocurrido, es siempre la más simple y no necesariamente coincide con la verdad de la investigación.
De verdad espero que encuentren a Tomás. En las desapariciones de personas, los seres humanos necesitamos la verdad, como al óxigeno.