Los vasos comunicantes en la formación de los abogados
Seguro que a más de alguno de ustedes, en el colegio le hicieron uno de esos famosos test vocacionales. Pero nunca les hablaron de los vasos comunicantes entre las diferentes áreas del conocimiento
Una larga lista de preguntas sobre lo que te gustaba hacer, desde montar en bicicleta, pasando por observar gusanos o leer revistas de comics. Las tablas ponderadas, te orientaban hacia las humanidades, la biología o las matemáticas.
En mi colegio, te llevaban al cuarto medio de especialidad, donde te preparaban para la Prueba de Aptitud Académica y en la restringida oferta universitaria de entonces, en la cúspide aspirabas a profesiones como abogados o literatos, médicos o enfermeras o dentistas, o ingenierons o constructores civiles.
Los futuros psicólogos, no sabían donde ir, si a humanidades, biología o matemáticas.
Más de algún autoritario de alma, miraba con desdén a los del ciclo contrario.
En quinto básico estaba Emilio. Siempre nos dijo que estudiaría hasta octavo básico. Quería volver al campo y ser agricultor. Entre sus cuadernos siempre había folletos de máquinas agrícolas, fertilizantes y esas cosas. Leía el clima de manera prefecta. Cursó octavo y se fue. Nos dio una tremenda lección de vida.
Cuando hice clases un par de años en el kindergarten, como le llamo al primer año de Derecho, preguntaba a a mis alumnos porqué habían elegido la profesión. Varios me respondían que eran buenos para historia y lenguaje.
En medio de alguna clase les hablaba de literatura, alguna fotografía, el nuevo planeta que habían descubierto y varios me miraban perplejos. Destinaba una clase a leerles en voz alta "Mi visión del mundo", de Albert Einstein. En sus miradas inquisidoras, me decían que eso no era derecho. Otros se mostraban interesados, hacían un par de comentarios y me acompañaban a la salida hasta la sala de profesores conversando algo interesante. Curiosamente estos últimos, en su mayoría se titularon y son muy buenos abogados.
Con un grupo de aquellos, todavía me reúno regularmente en webinars por invitación, a conversar de algo interesante, la última sentencia, películas de contenido jurídico, cosas que hacen bien al alma. Y me cuentan como les va. Son momentos que justifican plenamente que me haya dedicado a la docencia.
Pero los modelos educacionales a menudo van en sentido contrario
Es así porque desde el colegio existe la tendencia a creer que las profesiones son una cuestión de estatus y movilidad social. Podemos estar de acuerdo en parte con lo segundo, porque el bienestar a menudo va unido a un mejor poder adquisitivo.
Alguna vez hice clase en una universidad donde escuchaba de que ellos se orientaban a captar alumnos que eran la primera generación con un hijo con estudios universitarios. Y alguien dijo: "pero nuestros ingenieros siempre estarán en niveles medios, no van a liderar empresas"
Yo creía profundamente que debíamos formar líderes.
Pero he conocido también modelos universitarios extraordinariamente inclusivos e innovadores. Lo siento no haré publicidad, simplemente diré que el que busca encuentra.
Creo profundamente en modelos universitarios que van más allá de la especialidad, para enseñar a pensar. El pregrado debe poner el acento en formar personas que resuelvan problemas. Convengamos que todos los desafíos actuales son interdisciplinarios.
Y las primeras respuestas siempre estuvieron en la filosofía y las ciencias. Bienvenida la lógica. Los alumnos universitarios deben preguntarse el porqué de las cosas. No necesitamos repetidores de textos. Eso lo hace Google Hub de manera perfecta.
Los alumnos deben encontrar su chispa. Mi desilusión con Soul, la nueva película de Pixar, no tiene que ver solamente con la ausencia de jazz en una historia que te la presentan como de jazz. Lo peor es que no valoran la chispa.
Como algunos modelos educacionales.
Hasta que te conviertes en penalista
Cuando por fin vino la reforma procesal penal y me enrolé en la Defensoría Penal Pública, me cambió el mundo.
No podías entener la imputabilidad disminuída sin estudiar algo de psicología. Los residuos nitrados del disparo, eran química. El cuasidelito causado con un vehículo era física. La herida necesariamente mortal, era biología.
Me cambió totalmente la visión del mundo legal.
Aún cuando siempre tuve la mente abierta a otras disciplinas, por la curiosidad renacentista y crítica que nos enseñaron en el colegio, ese fue el momento en el cual entendí perfectamente aquello de los vasos comunicantes.
Tu profesión no puede ser una trinchera, debes estar abierto a comprender que es esencial la cooperación con otras áreas del conocimiento. Esperemos que el modelo educacional entienda algo tan simple, de una vez por todas.
(Foto: escena de la película The Wall de Pink Floyd, MGM)