El setenta por ciento de los casos penales se ganan en la preparación
Imagina que eres un alfarero, de cuyo trabajo reflexivo, ordenado y razonable depende la suerte final de tu cliente
La regla de oro. La investigación no es un trámite: es el momento donde se define el caso. Ahí decides qué pedir al persecutor para robustecer tu teoría del caso y qué indagar por tu cuenta. En esa mezcla —diligencias bien enfocadas + investigación propia— se cocina el 70% del resultado.
Dos carpetas, una estrategia. Existen la carpeta del fiscal y la tuya. Tu teoría del caso vive en la segunda, pero se alimenta leyendo —con copia actualizada— la primera. Sin eso, sólo darás cátedra abstracta; tu cliente necesita respuestas concretas: cuáles son las pruebas de cargo y cómo las enfrentarás.
La entrevista que importa. La primera conversación rara vez basta: la confianza se construye cumpliendo tu palabra. Si prometiste visitar en 48 horas a un cliente en prisión preventiva, ve. Ese gesto separa a los serios de los “vende humo” y abre la puerta a información esencial y confidencial para tu estrategia.
Define el juicio… antes del juicio. Lo que harás en audiencia se decide en la investigación: qué objeciones anticipas, qué testimonios priorizas, qué peritajes requieres y qué salidas intermedias activarás. Todo se ensaya—por escrito—antes de pisar estrado.
Peritos que expliquen lo complejo con simpleza. Si necesitas ciencia, busca experiencia real en sala. El buen perito no deslumbra: aclara. Debe sostener su informe y enseñar al tribunal sin jerga innecesaria.
Checklist de investigación (para convertir en rutina)
Teoría del caso (versión 1.0) con hechos, normas y narrativas rivales.
Copia al día de la carpeta fiscal y matriz de pruebas de cargo/descargo.
Diligencias al persecutor alineadas a hipótesis verificables.
Investigación propia: entrevistas, inspecciones, trazabilidad documental.
Entrevista en profundidad al cliente (cronología + corroboración externa).
Plan de peritajes necesarios y criterios de selección (idoneidad y didáctica).
Hoja de ruta procesal: salidas tempranas vs. preparación de juicio oral.
Control de plazos y versión 2.0 de la teoría del caso según hallazgos.
Conclusión: no esperes sentado. La defensa investiga; el escritorio no reemplaza la calle. Pequeños detalles —puntualidad, rigor, seguimiento— marcan diferencias gigantes. El oficio del defensor es como el del alfarero: la forma final se decide con las manos en la arcilla, mucho antes del horno.